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Dando a Dios con la actitud correcta.

Manos abiertas


Hace algunos años, un amigo y hermano en Cristo me contó de algo que le había sucedido al preguntarle a otro creyente si él contribuida económicamente en la iglesia local en la que ambos se congregaban, la pregunta puntual fue si él daba sus ofrendas y diezmos… ¿Qué cree que le respondió?

Parafraseando un poco la respuesta, él le dijo algo más o menos así: “Yo no le doy dinero a Dios porque él no lo necesita, lo que hago es darle mi tiempo de servicio en el ministerio en la iglesia como mi ofrenda y mi diezmo, para mí eso es mejor que cualquier ofrenda monetaria…”  

¿Qué le parece esta respuesta?   ¿Suena bien espiritual no es cierto? –¡Pero no lo es, de espiritual no tiene nada! -  es solo una excusa bien formulada que muchos creyentes usan para justificar el hecho de que no han madurado lo suficiente como para entender que debemos honrar a Dios con todo... con todo nuestro ser, con todo lo que somos, lo que hacemos, decimos o pensamos, y aunque algunos se rehúsen a creerlo… la biblia también nos anima a honrar a Dios con nuestros bienes, con nuestros recursos, y esto sin duda alguna, también incluye nuestro dinero.

Abra su biblia en el primer libro de Crónicas, capítulo 29, versos del 1 al 19, el cual será nuestro texto base para la enseñanza que compartiremos esta mañana.

1 Crónicas 29:1-19
¿Qué estaba sucediendo en este pasaje? ¿Cuál es su contexto?
David había reunido a los principales de Israel con tres propósitos:

1)      Confirmar delante del pueblo, una vez más, que su hijo Salomón era elegido por Dios para sucederle en el trono.

1 Crónicas 28: 4-5   Pero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel; porque a Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá a la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para ponerme por rey sobre todo Israel.
Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.

2)      Comisionar y animar a Salomón para que se encargue de su proyecto más grande, el cual él había anhelado realizar, pero Dios no se lo permitió.   ¿Recuerda usted cual era ese proyecto con el que David había soñado tanto? –Era la construcción del templo, la casa de Jehová, que hasta ese momento aún era una tienda, un tabernáculo.

1 Crónicas 28:   Mas Dios me dijo: Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre.

Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre.
1 Crónicas 28:20    20 Dijo además David a Salomón su hijo: Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová.

3)      Enseñar y animar al pueblo a dar para la obra de Dios de la manera correcta.
Y es en ese tercer propósito en el que nos vamos a enfocar en esta ocasión en nuestro estudio del capítulo 29.  
Para darle a Dios de la manera correcta, debemos…

      a) Debemos dar de manera planeada.
2 Crónicas 29:2   Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios, oro para las cosas de oro, plata para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para las de madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, y toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia.

La frase “he preparado” indica “planear con anticipación”. Todo lo que David iba a dar para la construcción de la casa de Dios lo había preparado con mucha anticipación.  Él había ido guardando y recolectando aquellos materiales preciosos que serían necesarios para la edificación del templo (acorde al diseño divino que se le había revelado, 2 Crónicas 28:11-12, 19).   

Pero no sólo había guardado del tesoro de la nación, sino que su amor por Dios y por su casa era tal que también había reservado una porción de su tesoro personal para ser entregado y utilizado en la construcción del templo.

2 Crónicas 29: 3-4    Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios:
tres mil talentos de oro, de oro de Ofir, y siete mil talentos de plata refinada para cubrir las paredes de las casas;

Ahora, ¿qué nos enseña eso a nosotros? 
¿Decide usted con anticipación la porción de su tesoro personal (de su sueldo, sus ganancias) que va a entregar a Dios para beneficio de su obra y el sostenimiento de su iglesia local?
¿Cómo da usted sus ofrendas? ¿La trae preparada desde antes de venir a la iglesia, o da lo primero que salga de su bolsa? - ¡siempre cuando no se pase de $1! -   

Un buen hábito a adquirir (que quizás cueste acostumbrarnos al principio) es disponer de antemano lo que usted va a entregar como aporte a su iglesia local.  Si bien es cierto que en el verso 17 leemos que el pueblo dio de manera “espontanea” porque se les presentó el lugar y el momento oportuno (y eso también es válido), nosotros debemos procurar seguir el ejemplo de David, él tenía dispuesto de antemano lo que daría en contribución para la casa de Dios con mucha anticipación, y no lo decidió al momento de estarse dirigiendo al pueblo.

Es interesante el ejemplo de David…

-David amaba a Dios, y su amor no solo se quedó a nivel de salmos y oraciones, o nivel de su servicio como rey terrenal de su pueblo.  David entendió que el honraba a Dios haciendo todas esas cosas, pero también entendió que era posible hacerlo por medio de sus bienes y recursos.

Quizás usted aún se siga haciendo la pregunta si ¿Es posible honrar a Dios con nuestros bienes? –La respuesta, acorde a la Biblia es ¡Sí! y eso fue lo que hizo David.
Póngale una marca a nuestro pasaje y vayamos al libro de proverbios capítulo 3, versos 9 y 10

Proverbios 3: 9-10   9Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; 10Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.

La biblia Lenguaje actual lo dice así:   9 Demuéstrale a Dios que para ti él es lo más importante.  Dale de lo que tienes  y de todo lo que ganes;  10 así nunca te faltará  ni comida ni bebida.

¿Qué estaba haciendo David al preparar todos esos materiales? - ¡Estaba honrando a Dios con sus bienes! Y existe una promesa para aquellos/as que le dan a Dios de todo lo que tienen y de lo que ganan ¿Cuál es? –Que siempre les será provisto para sus necesidades básicas (el texto dice: “así nunca te faltará ni comida ni bebida”).

      b) Debemos dar voluntariamente.
1 Crónicas 29:5-9
oro, pues, para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de las manos de los artífices. ¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?
Entonces los jefes de familia, y los príncipes de las tribus de Israel, jefes de millares y de centenas, con los administradores de la hacienda del rey, ofrecieron voluntariamente.
Y dieron para el servicio de la casa de Dios cinco mil talentos y diez mil dracmas de oro, diez mil talentos de plata, dieciocho mil talentos de bronce, y cinco mil talentos de hierro.
Y todo el que tenía piedras preciosas las dio para el tesoro de la casa de Jehová, en mano de Jehiel gersonita.
Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente.

Una de las palabras que se repite varias veces en esta porción es “voluntariamente” (v5,6,9,14,17). David, como rey, bien pudo obligar al pueblo a dar y ellos hubieran tenido que obedecer sin cuestionar su mandamiento, pero él no lo hace. Él decide mejor servir de ejemplo al ofrecer parte de su tesoro personal y de esa manera animar al pueblo e invitarle a dar por decisión propia.
¿Y qué hicieron los principales del pueblo? - ¡Ellos ofrendaron de forma voluntaria, como debe de ser! (v.6)

Cuando usted va a dar de sus bienes, de sus recursos o de su dinero para la obra de Dios, debe hacerlo de manera voluntaria, nadie puede exigir o imponer a otros que ofrezcan a Dios algo que no nace de su corazón. Lo que nosotros como líderes o maestros de la palabra de Dios si podemos hacer es animarle e invitarle a la luz de las escrituras a participar de la bendición de dar, pero no podemos en ningún sentido presionar u obligarle a que lo haga.    Por esa razón muchas personas hablan mal de las iglesias evangélicas, porque existen iglesias y líderes religiosos (principalmente los promotores el evangelio de la prosperidad) que quieren obligar a la gente a que dé ¡y casi los asaltan desde el púlpito!, utilizan la biblia para atemorizar o tergiversan versículos con el fin de sacarle dinero a la gente.

Si usted va a dar algo para la obra de Dios, para el sostenimiento de su iglesia local, usted debe hacerlo de manera voluntaria, sólo de esa manera será acepto delante de Dios.
2 Corintios 9:7    Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad porque Dios ama al dador alegre.

La frase “ni por necesidad” se traduce como “obligación” en la Biblia Lenguaje Sencillo.  Algunos creyentes dan sus ofrendas y diezmos “por necesidad”, porque saben que si no lo hacen probablemente los suspenderán de sus ministerios públicos y obviamente no desean que eso suceda. Si ese es su caso, usted está dando a Dios con una motivación incorrecta… usted quedará bien con sus líderes, pero no con Dios… Él desea que lo haga de manera voluntaria ( y por otras razones que veremos más adelante en nuestro estudio).

      c) Debemos dar con alegría.
1 Crónicas 29: 9-10a
Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente.
10 Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo.

Tanto el pueblo como David tuvieron la disposición de dar voluntariamente, pero no sólo eso, sino que también lo hicieron con alegría.

Cada vez que usted de algo a Dios debe hacerlo con regocijo, con alegría, no con tristeza ni con pesar (no diciendo “esos $10 me hubieran servido para una recarga y navegar toda la semana”)... porque recuerde lo que leímos en 2 Corintios 9:7  “Dios ama al dador alegre”.

David y el pueblo se alegraron al momento de dar y también lo hicieron como producto de haber dado.  Quizás a muchos de nosotros nos cuesta un poco, pero debemos alegrarnos cada vez que demos, sea que lo hagamos para la obra de la iglesia local, o sea que lo hagamos dando a otros que lo necesitan.

      d) Debemos dar con corazón recto. 
             1 Crónicas 29:17 
Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente.

La ofrenda aparte de ser voluntaria y con alegría… también debe incluir un corazón recto delante de Dios. (1 Samuel 15:22).   De nada sirve dar a Dios la ofrenda más generosa si no antes no nos hemos presentado a nosotros mismos como el sacrificio “vivo, santo y agradable” que él espera de nosotros.
       
Romanos 12:1
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 
¡Dios les bendiga!

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