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No es por ti, ni por lo que hagas… es solo la Gracia.


Hace algunas semanas estudiamos   Deuteronomio cap. 8 versos del  7-18  que nos hablaba de los peligros de la abundancia,  aprendimos que ante las bendiciones materiales, cuando experimentamos periodos  de abundancia,  el creyente tiene dos alternativas ¿recuerda? – La primera era reconocer que el autor de sus  bendiciones es Dios (respondiendo  con alabanza y gratitud hacia él, Dt. 8:10), y la segunda (lo que le sucede a la mayoría) es  que nuestro corazón se llene de orgullo y nos olvidemos que es Dios quien nos permite alcanzar y gozar de las bendiciones (Dt. 8:14,17).   Esta mañana continuaremos la historia y  meditaremos  en los primeros  versos del capítulo 9, al cual he titulado “No es por ti, ni  por lo que hagas, es por mi Gracia”. 

 -Comencemos

Deuteronomio 9:1  1Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo;

Note como  comienza este versículo, dice “Oye Israel” -esta frase es usada varias veces por Moisés para captar la atención del pueblo y hacer un énfasis en  lo que está a punto de decirles (Por eje. En  Dt 6:4), recordemos que estamos ante una nueva generación a la cual hay que repetirle las palabras que Dios había dicho antes en el desierto para que no las olviden y las tengan presentes al entrar  en  la tierra prometida. Si Moisés hablara   al estilo Salvadoreño  quizás les dijera  “Paren las orejas muchachos, que lo que les voy a decir es importante”-eso es lo Dios desea que usted haga en esta mañana, que le preste atención a lo que está apunto de decirle por medio de la Biblia, que deje a un lado cualquier cosa que le pueda distraer y que se enfoque en  su palabra.

 En primer lugar Dios quiere dejar claro para Israel que el entrar y tomar posesión de la tierra prometida es lógica y humanamente imposible ¿Por qué? - vea el resto del versículo 1.
¿Cómo eran las naciones a las que iba a enfrentarse  Israel? 

1) Más numerosas que ellos.  Los números intimidan ¿no es cierto?, quizás usted recuerde alguna vez  (en sus años de primaria-secundaria) que te tocó  enfrentarse con otro compañero/a al salir de la escuela y de repente cuando se da cuenta no sólo viene su compañero, sino que trae otros dos más   ¿qué hace uno esos casos? –Salir huyendo y decir  “patitas para que las quiero”. Cualquiera se siente intimidado al enfrentar a un enemigo más numeroso, lo mismo le iba a suceder a  Israel, porque  se encontraba en desventaja numérica ante las naciones enemigas. 

2) Más poderosas. Recuerde que las otras naciones  tenían armas y ejércitos bien organizados, en cambio Israel era una nación que había pasado 40 años vagando por el desierto, no tenían un gran  entrenamiento o poder militar, eran pastores nómadas -Llevaban todas las de perder- 

3) Ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo.  El tener muros enormes era una de las estrategias de defensa de la antigüedad, hacían a una ciudad prácticamente impenetrable. Así que estas naciones no solo tenían mayor poder de ataque (al tener más gente y armas para la batalla)  sino también de defensa (con muros impenetrables).  Más adelante en la historia Bíblica, se menciona una de estas ciudades amuralladas con las que Israel tuvo que enfrentarse ¿Recuerda? –Era Jericó, en Josué cap. 6, así que la situación no estaba fácil para Israel.

A los tres problemas que hemos visto, súmele lo que dice el verso 2 y tendrá como resultado una situación humanamente imposible de lograr:

2un pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú conocimiento, y has oído decir: ¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac?

¿Recuerda usted quienes eran los anacenos?- Ellos eran una raza de  gigantes a los que todas las naciones les tenían gran temor, por eso hasta habían creado ese refrán “¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac?”. Estos gigantes ya habían amedrentado a Israel, vea Números 13:28,31-33 (Los doce espias)

Números 13:28  28Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac.
 
31Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. 32Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. 33También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

Con todo este panorama ¿Podía Israel en sus propias fuerzas hacerle frente a estas naciones y poseer la tierra? –definitivamente no, llevaban todas las de perder… pero ellos, a diferencia de sus enemigos contaban con la presencia de alguien quien nunca ha perdido una batalla, alguien para quien la palabra imposible no existe, ese alguien es Jehová de los ejércitos, nuestro Dios ¿Puede usted decir amén a eso?

Quizás muchos en esta mañana  están  enfrentando a un enemigo más numeroso  y más fuerte, o se encuentran ante una situación a la cual en sus propias fuerzas les es imposible hacerle  frente, escuche bien lo que le voy a decir: si usted se ha dado cuenta que no puede  enfrentar ese problema o situación por sí solo, usted ha dado el primer paso para  que Dios entre en acción en su vida, Dios es experto en lograr las cosas que  para  nosotros son imposibles, porque son en esas situaciones cuando no  queda duda que es él quien ha intervenido.  Y eso es lo que nos dice el verso 3 

Deuteronomio 9:  3Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás en seguida, como Jehová te ha dicho. 

¿Qué quería Dios que Israel entendiera al darse cuenta que llevaba todas las de perder? –Que si iban a entrar a tomar posesión de la tierra seria por él, no por sus propias fuerzas. La conquista de Canaán era más cuestión de fe y obediencia que de astucia o estrategias militares.  A veces nosotros nos encontramos luchando contra situaciones ante las cuales lo único que deberíamos hacer es reconocer nuestra incapacidad y buscar más a Dios, porque él si puede (quizás Dios está esperando y dice ¿cuándo te vas a dar cuenta que sin mí no puedes?)

Deuteronomio  9: 4No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti.
5No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.

Dios quiere dejar algo bien en claro a Israel,  y es  que el entrar a la tierra prometida no era  un premio o una recompensa  a su justicia, ellos no iban a entrar por algo bueno que hubieran hecho o porque lo  merecían.  Es cierto que las naciones que poseían la tierra eran naciones impías (que no creían en Dios o que hacían cosas contrarias a su voluntad), pero eso no garantizaba la entrada a Israel,  Dios  los iba a dejar entrar por algo que aunque no está mencionado, está implícito en los versos que hemos leído… ¿sabe por qué iban a entrar?- Por Gracia y por fidelidad a su palabra que había quedado comprometida con los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, pero al final todo deja en evidencia la Gracia de Dios.

¿Qué es la Gracia?Es el favor o la bondad de Dios hacia aquel que no lo merece, ni lo puede comprar o ganar. Israel iba a entrar a la tierra prometida por gracia, no porque ellos lo  merecían sino por puro favor de Dios, vea el verso 6:
6Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú.

Hagamos una aplicación, no podemos afirmar que Canaán sea un tipo del cielo, porque Israel  luego de confiar en Dios, también tenía que luchar contra aquellas naciones para poseer la tierra, pero si podemos utilizar este pasaje para aprender cómo opera la gracia en la salvación y en el andar diario del creyente.

En cuanto a la salvación, así como Israel  no iba a entrar a la tierra prometida  por su propia justicia o por algo bueno que hubiese hecho, tampoco ningún ser humano puede ir al cielo basándose en su propia justicia (porque… todas nuestras justicias son delante de Dios son como trapos de inmundicia, Isaías 64:6), ni las buenas obras, ni una vida moral intachable, ni el congregarse fielmente en una iglesia o el haberse bautizado en agua  le aseguran a usted la entrada al cielo,  la Biblia dice que  somos salvos por gracia (“porque por gracia sois salvos…”, Efesios 2:8-9), lo único que  debemos hacer para ir al cielo es  poner toda nuestra confianza en Cristo y en su sacrificio en la cruz, el cual es suficiente para pagar todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros y presentarnos “justos” delante de Dios (eternamente).
 
¿Ha entendido usted esta verdad (y no importa si usted tiene 30 años de ser evangélico)? –Si usted piensa que necesita algo más que su fe en Cristo para ser salvo, usted debe arrepentirse ¿por qué?- porque está confiando en su propia justicia y no en la de Jesús, si usted ha  creído que la salvación es la fe en Jesús + las buenas obras, la fe en Jesús + congregarse o bautizarse –Usted debe arrepentirse -   ¿qué es arrepentirse?  Es cambiar su manera de pensar y ponerse de acuerdo con Dios, en que Sólo la fe en Cristo y nada más  garantiza su salvación eterna. ¿Puede decir amén a esto? (quizás trataremos este tema a profundidad en otra ocasión)

Ahora, apliquemos la gracia a la vida diaria del creyente: cuando usted haya salido victorioso ante alguna situación difícil, cuando haya alcanzado  aquello por lo que quizás había orado por años, cuando reciba reconocimientos, cuando todo marche sobre ruedas en sus estudios, su trabajo, familia o negocio,   nunca llegue a pensar o decir “esto es por mi justicia,   lo he logrado porque me lo merezco”, al contrario, cuando Dios le permita conquistar esa “tierra prometida”, reconozca que no es por usted, sino que todo  es por la gracia de Dios.

1 Corintios 15: 9-10 “Por la gracia de Dios soy lo que soy”

-Oremos

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