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Una lección de adoración


Imagínese que usted invita a una persona a cenar en su casa, pero usted no sabe quien es, en su opinión es alguien mas al que usted le esta haciendo el favor de darle comida, usted lo lleva a su casa, no le avisa a su esposa/o de que tiene un invitado, en casa le esperan unos simples frijoles recalentados con pan, esto no es porque no hubiera dinero para comprar algo diferente, sino porque simplemente no hay nada que amerite preparar algo especial. 

Cuando entran a la casa nadie saluda al invitado, mucho menos se molestan en darle la bienvenida, sentados a la mesa escucha la vos de su esposa diciendo: “amor, como viniste demasiado tarde nosotros nos adelantamos y ya cominos, sírvete tu cena y la de tu invitado por favor”.
La cena finaliza y su invitado se retira agradeciéndole la invitación, pocos días después usted ve en la televisión el rostro de aquella persona que un día llegó a su casa para cenar y se da cuenta que esa persona era el Hijo del empresario mas rico del mundo, al cual le gustaba disfrazarse y relacionarse con la gente común y corriente. 

Si este caso imaginario le hubiera sucedido a usted, ¿Qué estaría pensando en este momento? –supongo que todos dirían ¡si me hubiera dado cuenta quien era lo hubiera tratado como se merece!

Lucas 7: 36-50
36Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.

Comencemos observando algunas cosas: ¿qué título tiene la persona que invita a Jesús a comer? – Era Fariseo. Los Fariseos eran religiosos Judíos que enseñaban la Ley, pero que habían agregado a La Palabra de Dios mandamientos humanos que ni aun ellos podían cumplir, exigiendo que los demás los cumpliesen. Si usted ha leído los evangelios, recordará que ellos estaban en total oposición a Jesús, buscaban cualquier ocasión para acusarle. Ellos no aceptaban que eran pecadores, se consideraban mejores que los demás, pero Jesús los calificó como Hipócritas (Mateo 23:13).

Pues es precisamente un Fariseo, llamado Simón quien invita a Jesús a comer en su casa. ¿Acepta Jesús su invitación? –Claro que sí, Jesús nunca rechazó la invitación de nadie, el estaba dispuesto a compartir las buenas nuevas con cualquier persona, esta era una de las muchas razones por las que los Fariseos lo criticaban. (v34)
v36…Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.

Pensemos por un momento, ¿Qué imagen se viene a su mente cuando leemos que Jesús se sentó a la mesa? –Pues según nuestra cultura algunas quizás se imaginen a Jesús sentado en una silla (así como erróneamente lo pintan en la última cena), otro quizás se imaginen a Jesús sentado en el suelo al estilo japonés, pues en esta época no se sentaban en sillas para comer, tampoco se sentaban sobre sus rodillas. En la época de Jesús, se acostumbraba recostarse mientras se comía. Los invitados se recostaban sobre lechos con sus cabezas cerca de la mesa, permitiéndoles apoyarse en un codo y estirar sus pies, es importante tener esto en mente para poder comprender mejor la escena que se desarrolla en los siguientes versículos.

37Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
Aquí entra en escena nuestro 2º personaje: La Mujer, de esta mujer no se sabe el nombre, algunas personas la confunden con María Magdalena, otros con María de Betania, pero no debemos confundirla con ninguna de ellas, este es un hecho aparte.

¿Cuál es el titulo de esta mujer? –Pecadora. Aunque no lo diga directamente se deduce que esta mujer era una prostituta, ya que de otra manera no su hubiera ganado esa fama.
A veces cuando leemos este pasaje pasamos por alto detalles muy importantes, por ejemplo ¿Habrá sido fácil para esta mujer llegar donde estaba Jesús? –Pienso que no.
Ella no había sido invitada, ni creo que ningún religioso que se respetara le hubiera permitido ni siquiera acercarse a su casa. Ella tuvo que arriesgarse a ser corrida, humillada y peor aun, quizás ella pensó ¿y si Jesús me rechaza? ¿Qué voy a hacer? –pero su necesidad de Jesús fue mayor que su orgullo.

¿Qué trae ante Jesús?-Un frasco de perfume, la Biblia Lenguaje sencillo lo traduce como “un frasco de perfume muy fino”. Ella trae para Jesús la posesión más valiosa que tenia y que probablemente había estado guardando desde muchos años, su perfume. Todo, desde el frasco hasta el contenido eran considerados objetos de gran valor, quizás ella lo había estado guardando para cuando se presentara alguna ocasión especial, y que mejor ocasión que esta: el mismo Hijo de Dios comiendo a la mesa frente a ella.

Aquí quizás las hermanas nos van a ayudar: ¿Cuál es el perfume más caro que usted conoce? – Pues uno de esos era el que la mujer llevaba para Jesús (no era de los de a dólar o de los del súper).

38y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.

Ya vimos porque ella pudo acercarse a los pies de Jesús, ¿se recuerda? Era por la posición en que ellos comían. 

Hasta este punto ¿Cuál de los dos personajes creen que estaba reconociendo verdaderamente quien era Jesús, Simón o la pecadora? – Sin duda alguna, aunque la mujer no haya invitado a Jesús a una cena costosa en una casa de lujo, ella fue capaz de valorar quien era Jesús, al reconocer quien era Jesús ella se postra a sus pies y comienza a adorarlo, para ella Jesús era lo suficientemente digno para entregarle la mas valiosa posesión que tenia. 

Esta mujer despreciada por todos, nos da a nosotros un gran ejemplo a imitar:
- Ella nos enseña que La adoración verdadera ocurre cuando le damos a Dios el lugar que se merece, cuando reconocemos quien es él. Ella reconoció a Jesús y reconoció su posición ante él, como resultado se postra lavando sus pies con sus lágrimas, su cabello y su perfume.

¿Quiere usted experimentar la verdadera adoración? –Haga lo que hizo esta mujer, reconozca y trate a Dios como el se lo merece. –y él es digno de que nos postremos, le cantemos, le sirvamos cono todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, mente y fuerzas –¡Amen!

Veamos ahora la actitud de Simón: 39Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
Este versículo nos revela las verdaderas intenciones de Simón al invitar a Jesús a su casa, el no creía en Jesús, quizás lo invitó por curiosidad o simplemente quería hacerlo quedar mal entre los demás invitados a cena. 

Para Simón el Fariseo, Jesús era uno más del montón, el ni siquiera consideró a Jesús digno de recibir las atenciones básicas que la cultura Judía exigía para los invitados (lo veremos mas adelante a medida que avancemos en la lectura). 

Como Jesús es Dios, el sabía lo que Simón estaba pensando, entonces muy amablemente le pide permiso de contarle una parábola:
40-43 40Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. 41Un acreedor (prestamista) tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? 43Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado

Explicación de la parábola:
44Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.

Desde que Jesús entró a la casa, la mujer no había dejado de expresarle su amor y su necesidad por él, en cambio Simón el conocedor de la Palabra de Dios no reconoció a Jesús, ni siquiera le ofreció las atenciones que se le debían dar a los invitados a una casa (lavar los pies del invitado, ya que usaban sandalias y generalmente traían los pies llenos de polvo, besar la mejía del invitado y ofrecerle aceite para ungirse la cabeza). 

¿Cuál era la razón porque la Simón actuó de esa manera? – Porque el se consideraba bueno, no se consideraba tan pecador como para estar en deuda con Dios, en cambio la mujer reconoció que si no fuera por el amor de Jesús ella no podría ser perdonada.

¿Cuál es su actitud para adorar a Dios? ¿ Como la de Simón o la de la mujer?.
A veces podemos decir que amamos a Dios y que le adoramos, pero nos comportamos como Simón, nos olvidamos de quien es Dios y de lo que ha hecho por nosotros, de la gran deuda que tenemos para con él, deuda que nunca podremos pagar. 

En ocasiones El Señor se sienta a la mesa de nuestra vida y nosotros simplemente lo ignoramos, nuestras actitudes en la iglesia, en el ministerio, en nuestro tiempo diario con el lo demuestran.

Termino con esto ¿Cuánto ha hecho Jesús por ti? ¿Cuanto te ha perdonado?¿cuan agradecido deberías estar con él?- ¿No crees que el es digno de toda nuestra adoración?

“Al que mucho se le ha perdonado, mucho debe amar”, y Dios espera que demuestres tu amor por él Adorándolo como lo hizo esta mujer.
Oremos.

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